Dos seres entraron en una habitación sabiendo a lo que iban. Para ellos el misticismo que conlleva iniciar una relación sexual no tenía significado en lo más mínimo. Metidos en sus papeles comenzaron a vestirse con la indumentaria adecuada para su pequeño ritual, ajustaban fuertemente todas y cada una de las correas hechas de cuero.
El hombre estaba siendo encadenado al mismo tiempo que un mar de químicos viajaba pos su sangre, la excitación producida por su cerebro marcaba el inicio de ese ritual.
Látigos sonaban al ritmo de los gemidos, en el ambiente flotaban partículas de placer mezcladas con dolor. Las feromonas entrelazadas con el particular olor del cuero hacían que la dominatriz temblara ahogada en su propio placer.
El juego de seducción se tornaba cada vez más intenso, las luces parpadeantes descubrían la escena decadente y lujuriosa. Los roles habían cambiado, los gritos prorrumpidos por la dominatriz siendo dominada despertaban a toda la ciudad.
Las horas habían pasado rápidamente, el calor empezaba a descender, ya había llegado a su punto máximo, se escucharon palabras bíblicas: “Ya todo está consumado”, el ritual había finalizado; era hora de guardar todo lo que eran y aparentaban ser en una maleta y partir.
Escrito por: Luis Miguel Vargas.
Escrito por: Luis Miguel Vargas.
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