En la selva húmeda donde la ley del más apto es lo único que vale, vivía una hormiga, conocida como Casstiel.
Ella no era una simple hormiga, algunos decían que tenía fuerza extrema, los simios pensaban que ella era muy inteligente, muchos elefantes le temían, algunos osos polares creían que ella era una representante de Dios en la tierra; pero la verdad era otra…
Casstiel provenía de una legión de hormigas que había cavado tan profundo que habían llegado al mismísimo núcleo del planeta tierra. Duraron mucho tiempo en su ardua tarea, libraron batallas contra los demonios que habitaban el infierno y contra los fósiles que protegían las reservas de sangre del planeta, o como era conocida por esa apestosa raza humana: petróleo.
Casstiel tenía una coraza impenetrable, a prueba de fuego; de hecho le encantaban las duchas de lava.
Un día en una de sus matutinas duchas recibió una noticia que la alarmó; sus grandes amigas las focas tenían problemas con las sanguijuelas, éstas últimas las estaban desplazando de su territorio; así que Casstiel decidió subir a echar un vistazo.
Estando arriba se dio cuenta que el problema era por culpa de ella, al abrir esos túneles tan profundos hizo que la tierra se llenara de volcanes y que estos dañaran gran parte de los hábitats de los demás animales.
Casstiel no podía soportar el cargo de conciencia así que llamó a todos en la selva para enmendar lo que habían causado, entre todos debían levantar muchas rocas para tapar esos volcanes, Casstiel empezó levantando la primera piedra.
Una tras otra fueron llevándolas pero nunca nadie supo en que terminó todo esto porque esos humanos que tanto odiamos llegaron a estropearlo todo.
Escrito por: Luis Miguel Vargas.
Escrito por: Luis Miguel Vargas.
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